lunes, 21 de octubre de 2019

¿Y qué pasó después?


¡Hola de nuevo amigos lectores! De manera súper rápida les cuento que hace mucho terminó mi curso de motivación en el aula, pero aún continúo estudiando la maestría en Educación, me falta un año :D


Afortunadamente, todo va de maravilla, a pesar de que tengo muchísimo trabajo y como 360 alumnos este curso, sin embargo, hacer lo que me gusta me mantiene feliz y con energía ¡Ni yo me creo que lo esté logrando! 


Aún me queda un largo camino por recorrer de aquí a diciembre y ya veremos qué nos trae el 2020... en todos los sentidos, por lo menos, un poco más de tiempo para escribir ¡aunque nadie me lea! pero continuaré haciéndolo, ya que me encanta y me relaja; tengo tantas cosas en la mente que escribir es una manera de liberarme de ellas y dejarlas plasmadas para la posteridad... ya saben lo que dicen ¡Cada mente encierra un tesoro!


En fin, les dejo que solo me escapé un rato de la rutina para indagar un poco más sobre el uso de los blogs con fines educativos.
¡Nos leemos la próxima vez!

lunes, 8 de julio de 2019


Ser como el colibrí

Reflexión de la clase del 6 de julio de 2019

Sobreviviente de cuatro campos de concentración nazis, Viktor Frankl, afirma que "la vida tiene sentido bajo cualquier circunstancia, aún en situaciones límite como el dolor, la enfermedad, la pérdida de un ser querido"

Estas palabras de Víctor Frankl vinieron a mi mente durante la clase, cuando se mencionó que los docentes damos por hecho que nuestros alumnos han cubierto sus necesidades más básicas como la alimentación y que están listos para cubrir necesidades de orden superior como las cognitivas, las estéticas y las de auto-aprendizaje, y por tanto, solo piensan en alcanzar la trascendencia. 

Lo anterior me ayudó a vislumbrar que aunque hay situaciones difíciles de solventar como docentes, porque no está en nuestras manos, por ejemplo, alimentación precaria, abandono afectivo de sus padres, vivir en zonas con alto índice de delincuencia, incluso más graves (me ha tocado trabajar con jóvenes que han sufrido abuso sexual o que han intentado suicidarse) siempre, siempre es posible que le hallen sentido a su vida, y ahí es donde entra la parte más complicada de nuestra labor, cómo, ante un escenario tan difícil podemos lograr que los niños y jóvenes sientan ese entusiasmo por acudir a la escuela, por aprender, por disfrutar de las experiencias en el aula, verlas como el medio para cambiar su realidad... ante un panorama desalentador, parece imposible, pero hay muchas historias de éxito que nos muestran lo contrario, y yo, me aferro a ellas. 

Y, procuro que mis alumnos se aferren a ellas, pues qué les contestas cuando llegan y te dicen: Maestra, ¿para qué estudio si la ONU ya dijo que en 30 años le queda a la vida sobre la Tierra? Yo, les contesto: pues por eso, de ti depende que le queden 31 en vez de 30, estudia, igual y en tus manos está la solución al agujero de la capa de Ozono. Pero también me pregunto ¡Dios mío, ¿y si solo les estoy dando falsas esperanzas? y sin embargo, tengo la fortuna de que las asignaturas que imparto me permiten tener espacios para hallar el sentido a lo que hacemos conjuntamente en el aula aun en esta situación límite que amenaza toda esperanza humana. 

Por otro lado, estuve pensando en las actividades que trabajo con mis alumnos y descubrí que afortunadamente, me estoy ocupando más del fondo que de la forma. A veces me llegan alumnos con el típico: no lo pude imprimir pero lo hice a mano, y yo les digo que adelante, que no hay problema, que me interesa más que haya cumplido y le daré más valor a la calidad con la que haya realizado la actividad. 

Así mismo, no me gusta saturarlos con actividades, a lo mucho, por bloque; les solicito 6 y ellos felices porque me dicen que otros docentes les dejan hasta 24. Gracias a ello he visto que en general cumplen, porque además las realizan en el salón para que yo pueda apoyarlos, sobre todo si es en equipo. 

Las actividades me gusta que sean de reto, por ejemplo: En Desarrollo Humano, cuando veíamos las características psicosociales de los adultos, les pedí que llevaran una prenda de ropa al salón y les di 2 sesiones para que la transformaran y con ella representaran la característica que les correspondía (aparición de estrés, síndrome del nido vacío, aislamiento de los amigos, sentimientos de éxito o fracaso laboral, etc.) no que dibujaran sobre la prenda y la usarán como lienzo, sino una verdadera transformación. Después tenían que ponérselas y hacer su pasarela para al final exponer su trabajo. El resultado fue que les encantó. Al final cerré con la reflexión del porqué de la actividad, les expliqué que crecer lo haremos todos, hay características físicas que se darán porque es lo natural y situaciones que viviremos porque son parte de la dinámica de la vida, pero que mientras más fortalezcan sus capacidades cognitivas y logren trasformar y ver lo que ya está dado desde otras perspectivas, les ayudará a poder enfrentarse a situaciones diversas y encontrar siempre una solución con lo que tengan al alcance. 

Aunque me lleve mucho tiempo pensando en qué puedo hacer,  busco actividades de ese tipo si no para cada clase, al menos una al bloque, con la que aprendan, se motiven y se diviertan. Reconozco también que no siempre es posible, que el cansancio a veces nos lleva a planear lo más simple, pero cuando me siento a planear las clases, realmente me esmero en pensar qué puedo ofrecerles ese día que vaya de la mano con lo que requieren y que les deje esa sensación de querer estar presentes en la clase del siguiente día.

Finalmente, sé que aunque llevo 8 años siendo docente, aun me falta mucho para ser la docente que espero, pero si 30 años de vida le quedan a este planeta, 30 años seguiré enseñando, aprendiendo y dando lo mejor. Yo, como el colibrí, aunque sola no pueda apagar el incendio del bosque, seguiré llevando en mi pequeño pico el agua que le quepa para hacer mi parte, aunque los demás animales solo miren asustados y sumidos en la desesperanza. 

Les dejo, por cierto, el cuento del colibrí para quien guste leerlo:

Cuentan los guaraníes que un día hubo un enorme incendio en la selva. 
Todos los animales huían despavoridos, pues era un fuego terrible. 
De pronto, el jaguar vio pasar sobre su cabeza al colibrí… en dirección contraria, es decir, hacia el fuego. 
Le extrañó sobremanera, pero no quiso detenerse.
Al instante, lo vio pasar de nuevo, esta vez en su misma dirección. 
Pudo observar este ir y venir repetidas veces, hasta que decidió preguntar al pajarillo, pues le parecía un comportamiento harto estrafalario:
¿Qué haces colibrí?, le preguntó.
Voy al lago -respondió el ave- tomo agua con el pico y la echo en el fuego para apagar el incendio.
El jaguar se sonrió.
¿Estás loco?- le dijo. ¿Crees que vas a conseguir apagarlo con tu pequeño pico tú solo?
Bueno- respondió, el colibrí- yo hago mi parte…
Y tras decir esto, se marchó por más agua al lago.

viernes, 5 de julio de 2019

¿Cuál es tu objetivo en la vida?

Reflexión clase 28 de junio 2019


Encontrar una respuesta a esta interrogante suele causarnos algunos dolores de cabeza, al menos a mí. Principalmente se debe a que al pensar en nuestros anhelos tendemos a compararlos con los de otras personas y quedarnos con ideas como que éstos son muy ambiciosos, irreales, menos importantes, mejores, peores, muy simples... respecto a los de otras personas que conocemos. 


Uno de los comentarios durante la sesión fue que los objetivos de vida pueden ser desde lograr una licenciatura, tener una familia, vivir bien, ser millonarios y que no hay razón para comparar éstos, pues cada quien establece lo que desea para su vida, para unos puede ser lo máximo a alcanzar, todo lo que necesitan para estar bien y ser felices, mientras que para otros son solo escalones, más no el fin último que buscan conseguir. 


Lo anterior me lleva a pensar en que estos objetivos de vida, van de la mano con las experiencias, los ejemplos y los contextos en los que nos desenvolvemos desde niños, en lo que nos motiva y nos lleva a plantear en nuestras vidas lo que consideramos como los ideales a alcanzar. Recuerdo que en la licenciatura un docente que tuve nos dijo que "nadie aspira a lo que no conoce" y es cierto, si a nuestro al rededor los panoramas que tenemos son limitantes, egocéntricos, deprimentes o por otro lado son alentadores, de armonía, de paz, de lucha y superación, de amor, etc. nos pueden llevar en el primer caso a querer cambiarlos o a replicarlos, y en el segundo, al menos en mi experiencia, a buscar algo que nos permita mantenernos en esos mismos ambientes.


Ahora,  independientemente de los escenarios, considero que los seres humanos, constantemente estamos buscando "la felicidad". Pero el ser feliz es tan variado, tan subjetivo, que ahí se engloban un sin fin de posibilidades. 


En la actualidad, la mayoría de las personas lo equiparan con tener muchas cosas, quieren esas vidas de lujo que presenta la televisión, es decir, los motiva el tener, su motivación es extrínseca, porque depende de algo que se encuentra fuera de ellos. Sin embargo, habemos otras personas que valoramos más el saber para crecer personalmente, para fortalecernos y tener mayores herramientas para ayudar a otros, una motivación intrínseca, que va de la mano con la motivación trascendente, ya que nos entusiasma saber que lo que hacemos es importante pues contribuye a solventar necesidades de otros y eso también nos hace felices.


Descubrí, que los tres tipos de motivación deben estar en equilibrio, no inclinarnos tanto a uno u otro, buscar el punto medio, aunque honestamente, como docente hago trampa, pues siento predilección por la motivación intrínseca y trascendente, usualmente es la que predico en el salón de clase. Sobre todo en la asignatura de Orientación Profesional me gusta recalcarles que los bienes materiales no lo son todo, y que es importante pensar en qué, quiénes y cuánto estamos dispuestos a sacrificar para lograr ser millonarios, tener muchas propiedades, un coche para cada día de la semana, etc... después de conseguir todo eso ¿qué les quedará? y les pido mucho que reflexionen en qué desean gastar su tiempo de vida, con qué momentos y emociones quieren irse a dormir al final del día. 


También me gusta ayudarles a que se den cuenta que la juventud es la etapa ideal para empezar a alcanzar sus objetivos, a que comprendan que lo que hacen al día de hoy tendrá impacto en su futuro, en ese ideal de vida que desean y que no llegará de la nada, deben esforzarse, comprometerse y desde ahora encaminarse hacía él.


Finalmente, la sesión me hizo pensar en el meme del personaje de Heidi que en "n" cantidad de situaciones se pregunta ¿a qué venía? y ciertamente, así van muchos por la vida, sin recordar ¿a qué venían? o es que tal vez, nunca lo han pensado... los docentes, tenemos en el aula, el espacio idóneo para ayudar a nuestros alumnos a tener clara la respuesta a esta pregunta, pero la guía que les proporcionemos para encontrarla estará estrechamente ligada con nuestras propias motivaciones y con eso, habrá que tener cuidado. 


sábado, 29 de junio de 2019


¿Qué piensan los jóvenes acerca de la educación escolar?

Recientemente he escrito acerca del fracaso escolar y el fracaso educativo. Hace unos días justamente mis alumnos de segundo semestre de bachillerato, como parte de las evidencias del curso de taller de lectura y redacción 2 redactaron una reseña argumentativa y crítica sobre un tema de elección libre. Todos hicieron un trabajo excelente, sin embargo, uno de ellos me sorprendió pues a través de su escrito logró reflejar su sentir acerca del sistema educativo actual. Leyendo con atención el texto, podemos darnos cuenta que sus percepciones no están nada alejadas a la realidad que él y muchos otros jóvenes de bachillerato viven en sus escuelas.

Transcribo a continuación copia fiel de la reseña:

Sistema estancado


Desde mi simple e insignificante punto de vista, la educación no está en un estado óptimo y podríamos hacer muchas cosas para mejorarlo, cosas muy Fáciles pero difíciles de cambiar que a estas alturas parece imposible debido a que muchos de los que están a cargo de la enseñanza tienen la mente cerrada y se rehúsan a considerar alternativas que podrían ser más eficaces que las actuales. Es por esto que en esta reseña, hablaré sobre mi opinión acerca de los errores que cometemos al seguir un modelo antiguo.

Desde pequeños nos enseñan a prestarle atención a los profesores sin hacer ninguna reclamación, tomar como la verdad absoluta cada una de sus palabras usando como excusa que ellos tienen más experiencia que nosotros, implicando junto con esto, que nunca cometen errores y si les corregimos en algo, no merecemos más que unos cuantos gritos suyos por haberlo corregido. Pero eso ha cambiado al pasar de los años, ahora parece que estamos creciendo como sociedad y aceptamos el hecho de que todos cometemos errores y es normal, es algo común, pero no notamos que aún hay cosas que nos hace falta ver. La humanidad se estancó por mucho tiempo cuando no hacían nada más que rezar y negaban todo lo que sería un gran descubrimiento o algo que les ayudara a avanzar como sociedad, llegando a tal extremo que incluso ejecutaron personas por descubrir cosas nuevas y he visto escuelas que exclaman una y otra vez orgullosamente que llevan usando el mismo sistema educativo por más de 100 años, uno que no ha progresado por más de un siglo, repitiendo la misma historia de antes, en el que si bien se implementan pequeños cambios y se le añaden ciertas mejoras, la forma de emplearlas es la misma: el maestro al frente de todos explicando un tema y los alumnos con sus libretas apuntando. Si los estudiantes, los niños y jóvenes que van a la escuela a aprender evolucionan y mejoran cada día, ¿por qué nuestro sistema se mantiene de la misma forma?

Nuestro sistema educativo actual consiste en que el alumno debe memorizarse diversos temas, funciones, números, nombres, fechas, lugares, etc, para un tiempo después vomitar todo en un examen y no volver a usar esa información en su vida. Para estudiar, los docentes fomentan la memorización, repetir una y otra vez las líneas de texto, y si bien puede ser útil y más rápido a corto plazo, termina siendo contraproducente, ya que al recordar cada palabra en ese orden, no entiendes el significado y puede acabar inutilizando el cerebro. La gente podría saber que hubo una independencia, pero no una guerra; recuerdan las palabras, pero no su significado y es esto lo que se debería evitar, pero no, no es así como crecieron aquellos niños que ahora nos enseñan, ellos crecieron memorizando y es lo que quieren que hagamos también. Una forma que me parece más eficaz es aprender los temas, entender los motivos por los cuales se dieron las situaciones y se obtuvieron esos resultados. Siguiendo esto, no tendríamos que recordar cosas inútiles como el nombre de los múltiples capitanes que lucharon en la independencia, recordaríamos en su lugar sus hazañas.

Podríamos reemplazar las tareas que son específicamente planearlas para hacer después de la jornada escolar por unas cuantas horas más de estudio: eliminar las tareas para la casa y salir a las 3:00 o 4:00 de la tarde. Estas tareas eran originalmente para consolidar los aprendizajes adquiridos en el aula de clase, pero ya no es esta forma en la que se usan, ahora el profesor, al atrasarse en responder dudas, imprevistos, y otras cosas, es presionado por la dirección porque necesita seguir el plan antes marcado y no le queda más remedio que dejar 4 hojas de problemas que eran en un principio para que todos los estudiantes hagan junto con el profesor, además de otras 2 que de todas formas debía dejar para la casa. Sin tareas para la casa, el alumno se sentiría mucho más cómodo al salir de clases y no tendría tanto estrés por lo que al día siguiente iría con una mejor actitud y más abierto a recibir información por parte del docente.

Otro detalle importante es que a los maestros no parece importarle que el alumno haya llegado a su resultado, sino la forma en la que llego, por lo que si este tiene una forma por la cual se le facilita más hacer algo, se lo rechazan y se ve forzado a aprender un método quizá más complejo. Todos somos diferentes y tenemos formas distintas de movernos de un lugar a otro: podríamos ir caminando, arrastrándonos, corriendo o saltando, pero de todas estas formas llegamos al mismo objetivo, tal vez una forma fue más rápida, tal vez una es más cansada, pero el resultado es el mismo. Esto es lo mismo cuando intentamos resolver un ejercicio de matemáticas, a una persona se le puede hacer más fácil usar diagramas o dibujos, mientras que a la otra se le puede facilitar escribir números junto con letras y terminan obteniendo exactamente lo mismo. “No quiero que lo hagas de la forma fácil, quiero que lo hagas como yo quiero” casi los escucho decir.

Si bien tenemos excepciones en las que algunos maestros realmente se preocupan por que sus alumnos aprendan y no solo que hagan la tarea, estos no son todos. Es también desde mi perspectiva una muestra del error que se ha cometido cuando pasamos de emocionarnos por ir a la escuela a emocionarnos por salir de ella.

N. L (2019)

miércoles, 26 de junio de 2019


Reflexión clase 15 de junio de 2019

 “Todos somos responsables”

Hola de nuevo amigos lectores, recién ha terminado mi segunda clase de “motivación en el aula” y pues… ¿qué puedo decirles? Tengo sentimientos encontrados, pero antes quisiera dejar en claro dos conceptos que serán el punto medular de mi reflexión respecto a los temas tratados durante la sesión.

Empecemos por distinguir la diferencia entre el fracaso educativo y el fracaso escolar, ya que no son lo mismo.   

El fracaso educativo ocurre cuando el sistema educativo no logra dotar a los individuos de las competencias que éstos requieren para desenvolverse funcionalmente dentro de una sociedad, y en éste se ven involucrados diversos factores como las políticas educativas, cuestiones de infraestructura, financiamiento y cobertura, diseños curriculares insuficientes, aspectos sociales y culturales, etc. Por otro lado, el fracaso escolar se presenta en aquel estudiante que no logra aprobar un curso, obtener un título o que abandona la escuela.

Como docente he tenido en mis grupos a más de un estudiante que ha fracasado escolarmente, generalmente termina siendo dado de baja por no aprobar asignaturas como matemáticas o química (después de 12 intentos, ¡sí, 12!) y otros por cuestiones de indisciplina. Es en este punto donde aparece el primer sentimiento ¡les he fallado! Y quisiera descubrir en qué punto hice o no hice algo que coadyuvó a ese resultado, porque fui tutora de algunos de ellos, me preocupa no enterarme a tiempo ya que no serán los únicos alumnos que tendré en esta situación, quisiera darme cuenta para hacer algo que posiblemente cambie el resultado, tal vez para quitarme de encima un poco de esa culpa.

Por otro lado, me alivio un instante al pensar que si bien es cierto que habemos maestros que estamos ahí para escuchar, para apoyar, para dar ánimos y segundas oportunidades, es, a fin de cuentas, el alumno (a) quien decide qué hacer con esa oportunidad, con ese apoyo que yo y muchos docentes les proporcionamos en momentos determinantes de su vida escolar, como puede ser un extraordinario, la pérdida de alguien importante, una mala nota a pesar de un trabajo bien hecho, rupturas con la pareja o las amistades, situaciones de acoso, etc.

Es entonces cuando aparece otro sentir, ¡la culpa no solo es mía, yo he hecho mi parte! ¿qué hay de su familia? ¿de sus amistades? ¿de las otras personas que forman parte de su vida? ¡Es una responsabilidad compartida! Antes de que se generará la baja de un estudiante siempre busqué ese espacio para hablar con mis alumnos e incluso se dieron casos en los que se citó a los padres de familia y solo con platicar con ellos unos minutos podía comprender por qué el joven se hallaba en esa situación: Padres y madres demasiado ocupados para dedicar tiempo a sus hijos, pegados al celular porque dejaron pendientes para poder asistir a la reunión, regañándoles y recriminándoles sus faltas sin permitirles hablar, padres y madres que no quieren asumir su responsabilidad en las carencias educativas, afectivas y emocionales de sus hijos, que solo exigen y castigan, pero no ofrecen apoyo, ni establecen compromisos para “salvar el semestre” juntos.

Ante esto, me preocupo y me siento sola en la tarea de acompañar a mis alumnos en su camino para que el día de mañana puedan desenvolverse funcionalmente y sin problemas es esta sociedad que cada día es más compleja y diversa. A pesar de ello, me aferro al refrán “la esperanza es lo último que muere” y confío en que a través del buen ejemplo y de las experiencias de aprendizaje conjuntas puedo contribuir a prevenir el fracaso escolar o en caso de ocurrir porque no lograron cubrir los requisitos y especificaciones del sistema educativo mexicano aún tengan la oportunidad de un futuro próspero gracias a que me enfoqué en sus talentos en otras áreas, a que dediqué tiempo para fortalecer la práctica de sus valores, porque les di el espacio para compartir lo que disfrutan, sus sueños, sus ideales, porque los acompañé en sus triunfos y sus duelos, porque los escuché y los reconocí como seres dignos y valiosos, pero sobre todo porque nunca permití que se sintieran fracasados, por el contrario hice lo que estuvo en mis manos para que siempre se sintieran capaces.

Pienso que de seguir bajo esa línea, el fracaso educativo se podría ver mermado, pues el ámbito escolar es solo una parte de éste y sin embargo, las experiencias que los docentes ofrecen a sus alumnos en las aulas son de gran influencia en la determinación que niños y jóvenes tendrán para aferrarse al éxito o al fracaso, incluso las ideas que les vendemos en la escuela de lo que estas palabras significan tienen mucho peso para lo que deseamos que cada individuo represente como miembro activo de la sociedad, es decir, que al final de su vida y a pesar de los fracasos (en cualquier ámbito) logren formarse un buen porvenir y ser ejemplares en todos los aspectos o que terminen siendo deformados a nivel personal, moral y social, aptos para ser convenientemente manipulados…

¡Conciencia ante cada acto y cada palabra en el aula, recuerden que TODOS SOMOS RESPONSABLES!

martes, 11 de junio de 2019

REFLEXIÓN CLASE 6 JUNIO 2019
Aprender es divertido…y enseñar ¡Aún más!


¿Recuerdan que les platiqué acerca del curso de motivación en el aula? Bueno, pues como parte de mi proceso de formación es importante recuperar los aprendizajes y reflexiones que surgen después de los temas vistos en la clase, y presentarlos a través de un blog, ¡Idea que me ha encantado!

Quiero iniciar este post con una imagen que me encontré en el FB (la que aparece debajo del encabezado), encierra una verdad que pocos quieren reconocer, ¿por qué está perdida la juventud? Tal vez porque desde niños, los adultos, les ayudaron a perderse en vez de ayudarles a encontrarse, tenemos ahora a jóvenes rotos, fragmentados, escondidos, apáticos que muchas veces actúan o siguen a las masas, a las modas, solo por no sentirse apartados, solos.

Me impactó descubrir también que existe una idea generalizada sobre los niños y niñas:

“Los niños que se esfuerzan en pensar y actuar por sí mimos, ser independientes, competentes e inteligentes, son innaturales… ya que no son encantadores y no juegan el papel que los adultos esperarían” 

Y fue peor aún cuando me cayó el veinte que socialmente hablando, valoramos más la estupidez que la inteligencia, por ejemplo: El joven galán, retador, macho alfa, cuenta chistes, alburero, grosero atrae más audiencia y reconocimiento, se hace notar más que aquel joven al que le gusta aprender, que es cumplido, responsable, respetuoso, amable; como ese no hace ruido, ni consigue novia, pues ni quien lo mire ¿no? y todavía nos atrevemos a decirle “el matadito”.

Aunado a esto, muchos adultos, entre ellos padres y madres de familia, incluso docentes, se han encargado de presentar el aprendizaje y la escuela como una obligación, una carga, un castigo, lejos de ayudarnos (a quienes sí tenemos fe en la escuela) a que los niños y jóvenes la conciban como una de las instituciones formadoras más importantes para alcanzar el bienestar individual y colectivo y no solo como un recinto donde vas a recolectar "n" cantidad de datos con el único fin de aprobar un curso y pasar al siguiente porque así tiene que ser. 

¡Qué responsabilidad tan grande tenemos ahora los docentes que sí creemos en el poder del aprendizaje! Resetear el chip de los niños y jóvenes para convencerlos que ES DIVERTIDO APRENDER, pero para ello, primero debemos convencernos a nosotros mismos que lo es aún más ENSEÑAR y entonces, a través de nuestro ejemplo contribuir a recuperar la fe en las escuelas y en la labor de los docentes como piezas claves para la transformación humana y social sobre todo en aquellos aspectos que al día de hoy nos afectan como la inseguridad, la violencia, la delincuencia, la injusticia, la discriminación, la escasez de recursos, entre otros.

Además de ser una gran responsabilidad, es para mí uno de los mayores retos pensar, buscar, decidir, diseñar la mejor manera (estrategia didáctica) para que mis alumnos disfruten de los temas que se abordan en el aula, tanto como yo me divierto al presentarlos, hacer de la clase un momento ameno para compartir, para cuestionar, para descubrir, reflexionar, para aprender y desaprender juntos si es necesario; para pintarnos nuevos y mejores panoramas de vida en beneficio de todos, porque hoy son mis alumnos, pero también son ciudadanos con los que comparto espacios, tiempo, recursos y el día de mañana tal vez sean la enfermera que me proporcione cuidados en un hospital o el abogado que defienda mis derechos laborales.

Es una tarea difícil, pero no imposible, yo creo en el talento, en la inteligencia, yo creo que mis alumnos son brillantes pero debo replantearme el qué estoy haciendo para lograr que ellos también lo crean porque no quiero ser en sus vidas “otro adulto que les enseña mal, otro adulto que no les está ayudando a encontrarse” y cuesta, me cuesta porque implica desafiar al sistema, implica arriesgarme a que un día un padre o madre de familia llegue a la escuela exigiendo mi cabeza por las ideas tal vez contrarias que les enseño a las que tienen en sus familias, por decirles que a pesar de ser jóvenes tienen todo el derecho del mundo a saber, a opinar, a cuestionar, a involucrarse, a decidir, a generar cambios; o incluso me arriesgo a que me llame la atención alguna autoridad educativa porque me salgo de lo que dice el libro, la programación y los contenidos.

Sin embargo, y siendo honesta tengo la firme convicción de que la causa lo vale y de que la forma en la que elijo llevar mis clases son pensando justamente en derrotar a la estupidez y poner en primer lugar a la inteligencia, a las múltiples inteligencias con las que convivo diariamente en la escuela. 

"Acerca de mí"


Hola a todos amigos y amigas docentes, me complace presentarme ante ustedes y platicarles un poco sobre mi persona, y digo un poco porque bien podría dedicar una saga completa a mi presentación, pero bueno, prometo ser breve.

Mi nombre es Raquel Herrera, pero mi familia, amigos y esposo me dicen Raquela, lo cual me encanta porque refleja el gran aprecio y cariño que sienten por mí.


En cuanto a mis intereses ¡pff! son diversos, pero se enfocan principalmente a la lectura de novelas de terror o misterio, soy fan #1 de John Katzenbach, Stephen King y de J.K Rowling, aunque los libros de Harry Potter no son propiamente de los géneros que menciono y, debo confesar que un gusto literario culposo son los textos del señor Paulo Coelho. 


Por otro lado, soy defensora incansable de los derechos de los animales y del cuidado de los recursos naturales, me encantan los gatos, la música alegre y para bailar, ir al cine, comer pizza y ver series o películas de diversa índole (aunque prefiero las de temas históricos, viajes en el tiempo, misterios y crímenes sin resolver, culturas mitológicas, de alienígenas, mundos alternos utópicos, etc.) acompañadas de sus respectivas botanitas.


En el aspecto profesional me encanta todo lo relacionado con la educación, con la enseñanza, el aprendizaje, con la conducta humana, con el desarrollo social y la interacción de los grupos humanos, etc. En un futuro quisiera estudiar algo relacionado con psicoterapia o psicología educativa, es una meta que me falta cumplir porque el nivel que más me gusta para enseñar y aprender es el bachillerato, disfruto mucho trabajar con adolescentes y jóvenes.


Me considero una persona auténtica, divertida, ocurrente, con mucha imaginación, segura de mí misma, extrovertida, poseo mucha determinación, soy responsable, comprometida e independiente. Cuando inicio algo jamás lo dejo a medias, si no lo termino no logro ni dormir y si acaso me quedo dormida ¡hasta lo sueño!


Ahora que he iniciado la maestría, bueno, ya casi un año ¡qué rápido!, he tenido la oportunidad de actualizarme o conocer temas que ni por casualidad se me hubieran ocurrido y recientemente empiezo el curso de "MOTIVACIÓN EN EL AULA" me siento entusiasmadísima, es un tema que me parece de lo más esencial, no solo para el aula sino para el día a día. Espero que este curso me ayude a descubrir qué me motiva (y así confirmar mis sospechas de que pertenezco a ese pequeño porcentaje de la población que no aspira a ser millonaria, sino a tener paz en el corazón y una sonrisa de satisfacción en el rostro al irme a dormir) qué me mueve a hacer, estar y ser cada día un mejor ser humano y docente.


Un aspecto que me destaca es que soy práctica, procuro hacer las cosas de manera rápida y efectiva (siempre cuidando que salgan bien) para tener mayor tiempo libre para recrearme con todo lo que mencioné antes, por lo mismo, puedo crear algo de la nada ya sea con los pocos o muchos recursos que tenga al alcance, además me adapto con facilidad a diferentes ambientes y puedo interactuar grupal o individualmente con personas de características diversas.


Para terminar, considero que algo que me destaca es que después de ciertas experiencias de vida que me permitieron revalorar quién soy, ya no tengo miedo de ser yo, de defender mis ideas, de expresar lo que siento o exigir (en el buen sentido) lo que creo merecer. Lo que otros crean u opinen sobre mí, sobre todo si son percepciones negativas, no tiene influencia sobre mi forma de ser, actuar o las decisiones que tomo, y aquellas buenas opiniones también son bienvenidas, pero no me permito caer en el egocentrismo o la soberbia, porque aprendí que son amigas de portazos en la cara; así que ahora cada día me propongo practicar la humildad y tomar de las situaciones o personas lo mejor y únicamente lo que me sirve para mi propósito de vida, que tal vez revele en una próxima entrada ;).








¿Y qué pasó después? ¡Hola de nuevo amigos lectores! De manera súper rápida les cuento que hace mucho terminó mi curso de motivación ...